lunes, 17 de noviembre de 2014

Los derrotados

<<Los derrotados son aquellos que no fracasa.
La derrota nos hace perder una batalla o una guerra.
El fracaso no nos deja luchar.
La derrota llega cuando no conseguimos algo que deseamos mucho. El fracaso no nos permite soñar. Su lema es: "no anheles nada y nunca sufrirás".
La derrota termina cuando volvemos de nuevo al combate. El fracaso no tiene un final: es una elección vital.
La derrota es para los valientes. Sólo ellos pueden tener el honor de perder y la alegría de ganar.
No estoy aquí para decir que la derrota forma parte de la vida; eso todos lo sabemos. Sólo los derrotados conocen el amor. Porque es en el reino del amor donde libramos nuestros primeros combates. Y generalmente perdemos.
Estoy aquí para deciros que hay personas a las que nadie ha derrotado.
Son aquellas que nunca han luchado.
Consiguieron evitar las cicatrices, las humillaciones, el desamparo y los momentos en los que los guerreros dudan de la existencia de Dios.

Esas personas pueden decir con orgullo: "nunca he perdido una batalla". Sin embargo, nunca podrán decir: "he ganado una batalla".
Pero eso no les interesa. Viven en un universo en el que creen que nadie logrará alcanzarlas, cierran los ojos a las injusticias y al sufrimiento, se sienten seguras porque no necesitan afrontar los desafíos diarios de los que se arriesgan a ir más allá de sus propios límites.
Nunca han escuchado un "adiós". Tampoco un "ya estoy de vuelta. Abrázame con el sabor del que me había perdido y ha vuelto a encontrarme".
Los que nunca han sido derrotados parecen alegres y superiores, dueños de una verdad por la que no han movido ni un dedo. Están siempre al lado del más fuerte. Son como hienas, que sólo comen los restos que el león desperdicia.
Enseñan a sus hijos: "no os involucréis en conflictos, saldréis perdiendo. Guardad vuestras dudas para vosotros mismo y nunca tendréis problemas. Si alguien os agrede, no os sintáis ofendidos ni os rebajéis respondiendo al ataque. Hay otras cosas de las que preocuparse en la vida".
En el silencio de la noche, afrontan sus batallas imaginarias: los sueños no realizados, las injusticias que fingieron no sufrir, los momentos de cobardía que consiguieron disfrazar ante todos -menos ante sí mismos-, y el amor que con un brillo en los ojos se cruzó en su camino, un amor que les estaba destinado por la mano de Dios y que, sin embargo, no tuvieron el coraje de abordar.
Y prometen: "mañana será diferente".
Pero el mañana llega y también la pregunta que los paraliza: "¿y si todo sale mal?".
Entonces no hacen nada.
¡Ay de los que nunca han sido vencidos! Tampoco serán vencedores en esta vida.>>