martes, 11 de febrero de 2020

Esto no es un poema; es un grito

Pues hoy vengo a decirte que no me jodas. 
Que no, que ya fue, que basta. 
¿Tú me has visto la cara? 
¿Me has visto luchando día tras día? 
¿Acaso no me has visto gritando salvaje en la calle, 
rodeada de mis hermanas? 
Que no, no me jodas.

Que no soy frágil, 
que no soy un delicado jarrón de cristal, 
que tengo manos para cargar mi propio peso 
y mis maletas y mis movidas y mis mierdas. 
Que no quiero ser bonita, 
ni agradable, 
ni bien hablada 24/7, 
ni perfecta, 
ni dulce, 
ni recatada. 

Que no quiero cumplir con tradiciones, 
con expectativas impuestas y supuestos sueños, 
mucho menos con mi supuesto rol biológico. 
Y paso de arrancarme pelos, 
paso de pintarme y perder mi tiempo 
para parecer que trato de encajar aquí o allá. 

Que no tío, que no me jodas. 
Ni santa madre, 
ni buena hija, 
ni perfecta mujer. 
Que yo no soy para ti, 
ni por ti, 
ni gracias a ti. 
Que la servidumbre ya pasó 
y demasiado ha durado.

Que yo soy mujer 
y todavía no te has enterado de que soy loba. 
Y bruja y medio puta 
y también santa pero al revés. 
Yo voy con la luna, atravesando fases, 
y con la tierra girando y bailando a mis anchas. 
Y aúllo día sí y día también, 
para sacar a pasear la bestia 
que habito y alimento. 

Que yo soy mujer y me rasco el coño 
y hago con él lo que quiero 
(y con ella también). 
Que me como lo que me sale. 
Que me toco y me disfruto 
como pocos me han hecho disfrutar 
y que lo seguiré haciendo 
sin tabú ninguno 
(sorpresa: sí, las mujeres también nos tocamos).

Que estoy cansada de que vengas dando por culo 
a relatarme el cuento de siempre. 
El cuento de "no todos los hombres"; 
el de "yo no soy machista, tengo madre"; 
el de "¿estáis solas?"; 
el de "¿para cuándo el día del hombre?"; 
el de "ni machismo, ni feminismo: igualdad". 
A tu puta casa. 
Que no molestes más. 
Y si abres la boca, 
que sea para sumar. 

Que soy mujer y estoy cansada de ti, machirulo, 
y de tu masculinidad retrógrada y desquiciada. 
A tus cuentos nosotras les damos la vuelta, 
y cuando menos te lo esperas, 
estás rodeado de lobas como cabronas, caperucito. 

Hemos inventado el antídoto contra tus miserias, 
tus etiquetas rastreras y tu falsa humildad.
Hemos vuelto a nacer,
y traemos forma de puño cerrado,
de olas como bestias,
para moler a palos
los cimientos de tu sistema.

Frente a tu humanidad inerte,
nosotras gritamos,
hasta hacerte temblar:
feminismo hasta la muerte.