El cuerpo gana otra vez, y nadie esconde deseos más allá de la piel. Pero intentas dibujar tu cuerpo, y surcas veredas con témperas, y crees que así flotarás y apenas te romperán sus manos aunque apenas lleguen a rozarte. Crees que podrías ser real, que podrías arriesgar y entrar, que quien no arriesga no gana. Pero tu pelo se enreda entre los matorrales y tu ropa es desgarrada, y nadie acude, ya no hay nadie que mate monstruos por ti. Y nadie acude. De nada sirvió dibujar tu piel. De nada sirvió creer. De nada sirves hoy, porque hoy eres demasiado vulnerable.
Y nadie acude...
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