Ojalá deje de jugar algún día. Que encuentre una salida, y deje de existir, de hacerme más mal que bien. Ojalá que deje de preguntarme todos los días, de buscar un cielo en tu mirada. Ojalá consiga dormir sin desvelarme entre tus pestañas. Que consiga apagar las luces, que reduzca a cenizas esa habitación, que aquella música torne en ruido amargo, que no quede agua que beber. Ojalá no quede demasiado por vivir aquí. Que deje de hablar con las nubes, como si pudieran ayudarme de alguna forma. Que deje de perseguir sombras con los ojos, de romper con el sol todos los días.
"Demasiado fácil entrar", pienso mientras me pregunto cómo voy a salir.
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