(Como te atrevas a decir que estás de mono, te machaco).
Está subiendo y cada vez quieres más. Se apodera de tus sentidos en un tiempo récord. Te recorre de una punta a otra. Aspiras fuerte, dejas caer la cabeza, te saluda el cielo. Y ahí está, en tus pupilas. Y aquí llega con total certeza. Te sacude aunque seas de piedra. Te atraviesa y dejas de pensar por qué estás ahí. Notas la fuerza, como un huracán, y te bebes hasta la luna. Y es que a estas alturas poco importa ser poeta o ser basura.
La marea ya ha subido, el sol se ha derramado, ha hecho cenizas a las estrellas que caen de tus manos. Cosía tu cabello a lo más alto de las montañas y desde allí resurgía a golpes, desde allí te hizo amiga de la muerte, y desde allí escupió tu insípida sonrisa bocabajo. Reservaste para entonces tu derecho para reírte de Dios, un patético sin-cara que desquicia el tiempo de un maldito mundo entero solo por tener más vidas que un gato. Y casi lo alcanzas, casi-gato, casi-Dios. Resucitas al tercer día...en un manicomio.