jueves, 16 de mayo de 2019

"Hola, ¿qué tal?"

Lo que piensa mi mente:

Cansada.

Cansada de correr detrás de. Cansada de caminar por delante. Cansada de sentir por encima de. Cansada de vivir por debajo de. Muy cansada. 

Trato de, no sé... Trato de tratar con las cosas. Bajo a la calle, cumplo con mis mierdas, las que llenan mi tiempo. Una pantalla, un test, y después otro y otro más. Miradas rápidas al móvil; nada. Volver arriba. Nada. Salir, trabajar. La energía de trabajo, los verbos irregulares de inglés, el tema 7, el vocabulario, la energía mecánica que abarca a la cinética y a la potencial, fórmulas, dinero, puertas. Autobús. Otra. Maldita. Vez. Esperar. La luz que se va, el viento que bueno, parece más fresco que ayer (anda, ¡qué interesante! De repente soy una abuela pensando sola en el tiempo que hace). Levantar el brazo, se para, me monto, pico, me siento, la calle se va, el semáforo cambia, ese se baja, esa sube, yo me voy. Cigarro, calle, cuesta arriba, casa, pared, puerta cerrada y nada más. Nada.

Perdón. Es que hoy estoy cansada.

Lo que no cuento es lo demás. Lo que no cuento lo es todo. Lo que no cuento es la ansiedad y las mil preguntas que se me agarran a la garganta como cabronas. Lo que no cuento es que ahora duermo acompañada de un miedo con formas extrañas. Cambia cada noche, no sé qué encontraré hoy, no quiero mirarle a la cara. Lo que no cuento es que le extraño y eso me rompe. Lo que no cuento es que se me hace imposible estar días y días y días sin saber apenas de él. Lo que no cuento es que llevo días viviendo deprisa, sin parar, ocupando mi tiempo como una posesa, a ver si así no me daba cuenta. Pero quedan dos días para la luna llena y yo no había contado con eso. Así que aquí estoy vomitando absolutamente todo, en el sitio equivocado, en el momento equivocado, a todo el mundo, a nadie en absoluto. Quizá a mí misma. Pero eso da igual. Qué más dará eso. Me importa un carajo, ni siquiera me estoy preocupando de cuidar mi vocabulario ahora mismo. Pero estoy cansada, hoy estoy cansada, así que esto es lo que hay.

Por dónde iba. Ah, sí. Por él, por mí y por las putas preguntas, que a ver quién es la bonita que las suelta en voz alta y las deja en libertad. A ver quién es la bonita y la valiente que les pone nombre y las pronuncia y se las escupe en la cara. A ver quién es la bonita que se controla y no llora y no sufre y dice las cosas como si nada. (Sí, exacto, la bonita que haga todo eso debería ser yo. ¿Te imaginas que lo consigo?). De verdad, qué asco de mente. Lo peor de todo y lo más gracioso en verdad, es que esa mente soy yo misma. Las preguntas cabronas que se agarran a mi garganta, soy yo. El miedo que me abraza por las noches entre las sábanas, soy yo. La ansiedad y la luna llena que tengo dentro, soy yo. Soy todo eso, pero mezclado de mala manera, al menos hoy.

Todo esto, simplemente, para decir que me gustaría ser capaz de parar, romper y llorar un poco.
Porque estoy llegando a mis límites.
Y también gritar que no sé a dónde coño va mi vida.

Lo que dice mi boca:

Meh, tú sabes. Con el trabajo y esas cosas. Todo guay, ¿y tú?

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