viernes, 7 de junio de 2013
Ha sido un placer desconocerte
Nada. Hoy vi su fotografía, y no ocurrió nada. Nada dije, ni sentí, ni pensé, ni añoré...
Nada fue lo que vi en esa fotografía. ¿Es posible que ocurra? La observé durante unos minutos, intentaba buscar algo, pero nada. ¿De verdad? ¿Nada?
Pero en ese momento de nada me fiaba, de nadie, ni siquiera de mí misma (de hecho, de mí misma era de quien menos me fiaba). Por suerte, lo entendí un poco mejor: el "para siempre" es "casi", y en nada se quedó.
Pero por desgracia, muchas veces prescindo de observar esos trozos de papel para verle. Porque caigo y sé que caeré. Prescindo de las fotografías para seguir pensando en eliminar los recuerdos y desconocer. Desconocer sería un placer. Aunque, desconocer, también sería triste cuando se piensa conociendo.
Sería tan fácil simplemente mirarle y decir: por la mañana habrás desaparecido... Ha sido un placer desconocerte. Y ya está. Y después, nada. Después libertad. No más recuerdos, no más tropezones con alguna foto, carta, piedra o cualquier cosa que no escondí bien intencionadamente, no más lágrimas en vano, no más evitarle y esforzarme para ello. Nada.
Lo fuimos todo, y ya no somos nada.
Pero ahora, como el ruido sin aire, ¿qué haré?
Nada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario