domingo, 28 de abril de 2013

Compañero de viaje

Me topé hará un mes o así con un singular anciano, bastante rico (millonario, decían), y por unas u otras circunstancias, finalmente acabé junto a él paseando por un parque cerca de casa. Era una tarde bastante agradable, y la conversación con el sabio y rico anciano era fácil y se hacía amena. Llegamos caminando a unos rosales, punto en el que mi desconocido acompañante quiso hacer una parada. Nos sentamos en un banco que estaba juntos a los rosales, y entonces el anciano sonrió y comenzó así una de las lecciones más valiosas que jamás haya aprendido:
"Debo de haber olido estas rosas miles de veces y, sin embargo, cada vez es una experiencia diferente. ¿Sabe usted por qué? Porque he aprendido a vivir aquí y ahora. Olvidándome del pasado, sin importarme el futuro. 

El secreto es extremadamente simple. Todo reside en la concentración mental. Cuanto más se concentra su mente, más vive ésta el presente, más absorta está en lo que hace. La concentración es la clave del éxito en todas las facetas de la vida. Cuanto más aumente su capacidad de concentración, con mayor rapidez y mayor eficacia podrá trabajar. Usted descubrirá los detalles que los demás pasan por alto. Llegará a darse cuenta de que los problemas de la vida no tienen ningún dominio sobre usted. Entonces comprenderá lo que voy a decirle a continuación, y que en estos momentos quizá le parezca una perogrullada un tanto banal. Las rosas sólo son importantes en la medida que la mente cree que lo son. Un problema sólo es un problema cuando se piensa que lo es. ¿Qué significa esto? Si usted considera que nada es serio, que nada es realmente importante, entonces nada será serio a sus ojos, nada será realmente importante. Los problemas le parecerán grandes e insolubles en proporción directa a la debilidad de su mente. Cuanto más fuerte sea la mente, más insignificantes le parecerán los problemas. Este es el secreto de la paz eterna. Así que concéntrese. Esta es una de las grandes claves del éxito.
Recuerde siempre que, a cierta altura, jamás hay nubes. Si las nubes en su vida le tapan la luz, es porque su espíritu no se ha elevado lo suficiente. La mayoría de las personas cometen el error de luchar con los problemas. Es como si constantemente se dedicaran a eliminar las nubes, a disolverlas a través de una especie de proceso mágico. Desde luego, tal vez puedan disolverlas temporalmente, pero las nubes siempre volverán a interponerse entre ellos y el sol, ocultando la luz, por brillante que esta sea. Lo que usted debe hacer es elevarse de una vez por todas por encima de las nubes, que se renuevan incesantemente...
Tal vez no haya entendido lo que acabo de decirle, pero acéptelo de buena fe."

Dicho esto, el anciano se puso en pie y dijo que debía irse a arreglar unos asuntos que le quedaban pendientes. Se despidió con un "ha sido un placer pasear y charlar con usted", y se marchó por donde habíamos venido. Y allí sentada en el banco, me quedé yo, junto a los rosales, atesorando cada palabra que el enigmático anciano con el que me topé me había dedicado. Me dije a mí misma que todo ocurría por alguna razón, y supe, sin lugar a dudas, que aquello había sido una señal. Una de las mejores y más valiosas de mi vida.











No hay comentarios:

Publicar un comentario