jueves, 25 de abril de 2013

Si no sales de mis sueños dejaré de despertar

Estamos tan acostumbrados al aire que respiramos...Estamos acostumbrados a entender que cerrar los ojos por la noche y tumbarse en la cama significa dormir. Pero no siempre es así. Mientras el mundo pensaba que mis ojos se cerraron para dormir, mis ojos sabían que esa noche no dormiría, porque se cerraron para pensar. Fue al cerrar los ojos cuando te vi, y entonces caí en la cuenta: tan solo puedo verte cuando cierro los ojos, cuando hay oscuridad en mis párpados y mis pestañas se entrelazan unas con otras, cuando me refugio donde nadie puede verme, solo tu visión imaginaria en mi cabeza puede, pero nadie, ni tú, eres consciente de ello. Tan solo tu sombra mental de mi inconsciente y yo. Me centré entonces en tu imagen. Estabas dulcemente tumbado en una cama; tus ojitos cerrados y la respiración tranquila y pausada. Esta vez sí, dormías. Podría afirmar que no existía belleza igual en todo el mundo, tan delicada y natural, como la que reflejaba tu rostro dormido. Tu rostro de niño, tan lindo como lo recordaba, como siempre lo he visto. Mis piernas comenzaron a moverse muy lentamente y me vi avanzando hacia ti, procurando no romper el equilibrio de la brisa que mecía a tus pestañas en sus sueños enigmáticos. A medida que me acercaba cada vez más, desde lo lejos comenzó a sonar la suave melodía de un piano, y a medida que la melodía avanzaba cada vez más, mis ojos profundizaban en tu rostro y exprimían cada milésima de segundo observándote. Llegué al fin y me senté en la cama junto a ti, sin dejar de mirarte, y fue cuando te tuve cerca cuando millones de pensamientos comenzaron a fusilar a mi mente en cuestión de segundos. Había pensamientos, teorías, preguntas, respuestas, recuerdos, música: tú. Tú ocupaste la totalidad de mi mente, y todo se desbordó allí dentro. Cuando me di cuenta, la dulce melodía del piano había desaparecido, y en su lugar, comencé a escuchar el sonido de dos copas al chocar en un brindis repetidas veces. Mi mano, atrevida, se posó sobre tu cálida mejilla. Me sorprendió ver que seguía encajando a la perfección y cerré los ojos. No, no cerré los ojos para dormir. Cerré de nuevo los ojos porque no querían permitirme llorar, pero habían llegado tarde. Noté cómo mis lágrimas, ácidas en lugar de amargas, quemaban mi cara al surcarla. Dolía tanto. Abrí los ojos y centré mi mirada y a todo mi ser, en ti. Mis cinco sentidos te anhelaban. Me acerqué a tu oído, sin hacer ruido, y te canté, con el alma y el corazón en las manos, entre lágrimas y susurros...
Sleep, don't weep my sweet love.

My face is all wet 'cause my day was rough.
But do what you must do to find yourself, wear another shoe to comfort the soul.
Those times that I was broken and you stood strong...
Think I've found a place where I can sleep, not weep.
So sleep, don't weep my love.
Abrí los ojos. Ya no estabas. Y me quemaban las mejillas.


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